viernes, 17 de septiembre de 2021

Vuelta a empezar

 Septiembre es el momento de volver. De volver a todo. Y si de algo me había olvidado desde que empezó esta pandemia del covid 19 fue de la ansiedad. A veces venía a saludar y a ponerme las pilas diciendo que espabilase que "tempus fugit", pero vivo en mi mundo feliz y muchas veces me despido de ella con un leve movimiento de cabeza diciéndole que hoy no me voy a parar.

Pero hoy 17 de septiembre del 2021 ha vuelto, bueno, en realidad lleva conmigo toda la semana en forma de procrastinación, como lo de escribir este post ahora. Y he decidido dialogar con ella, así que me he sentado, le he mirado a los ojos, me he preparado una infusión y le he dicho: ¿y ahora qué?

Así que pese a lavarme la cabeza, darme una ducha, ordenar la cocina, (todavía no vaciar las maletas) prepararme una infurelax, desahogarme con mis compañeras y eso, aquí estoy, intentando ganarle la batalla a la ansiedad mientras mi mesa de estudio hace un ruido que me molesta cada vez que tecleo en el portátil.

Volvemos a las tilas, a las valerianas, a las pastillas de melatonina. Volvemos a la neurosis de ordenar todo. Orden por fuera y orden por dentro. Vuelvo al blog. Porque también lo que vuelve es que a 6 de Noviembre me examino.

No es la entrada más elocuente del mundo, pero necesito decirle a la ansiedad que no, que no va a poder conmigo. Que dialogaré, me permitiré estar mal, me tomaré una tila y daré los paseos que hagan falta, pero que yo no me voy de mi mundo feliz. 

Y eso que no ha sido fácil este año. A veces me he sentido como un volcán a punto de estallar, con mil emociones dentro. Con la tristeza de los que se han ido, con la tristeza de los que todavía están, con el miedo de los que todavía no se sienten seguros para salir... Como si todo eso te estuviese atrapando de alguna forma y no te dejase avanzar, ni sentir tus propias emociones. Como si le dieses al botón de pause y/o mute y hubiera algo dentro de ti queriendo brotar a borbotones pero no tiene espacio, ni sentido, ni tienes las ganas ni la fuerza para saber de qué se trata ni porqué quiere salir.

Así que, mientras estoy cara a cara con mi debilidad, ahora mismo dialogando, y sintiéndome pequeñita... el mundo continúa, la vida que nace, las vidas que se juntan... el amor, que permanece.

Así que intentaré seguir viendo la ternura en las palabras, en los gestos, en los abrazos y las caricias. Que sigamos siendo testigos de tanto bien recibido.