¡Qué bien se está en la zona de confort! Donde das lo justo y necesario, donde no te exiges ni mucho ni poco. Donde sabes que es lo que hay sin sorpresas. ¡Qué bien se vive!
Hasta que llega el día, en que te nombran funcionaria de carrera, se cae la página, entras en pánico, no atinas a encontrarte y te llaman y te dicen que te tienes que ir a Barcelona. Llamadas y más llamadas, enhorabuena, o no. Y no sabes si alegrarte o no. Lo que si sientes es expectación.
En realidad, una ya sabe cuando decide opositar que se va a tener que mover. Siempre hay que moverse, es un pequeño precio a pagar por conseguir trabajar en lo que quieres y para "siempre". Y yo antaño sabía que pasaría por Cataluña, pero de esta vez pensaba que me iba a librar, pero no.
Haces las maletas como buenamente puedes, te vas a Atocha y muerta de nervios piensas en qué estarías pensando para irte a Barcelona. En el fondo, algo de alivio había, ¿te imaginas en una ciudad cerrada lo que podría ser 4 meses ahí? Al menos es Barcelona, con 300 compañeros destinados allí también. Un chat de grupo con gente igual de perdida y desorientada que tú. ¿Qué puede salir mal?
Y entonces, la idea de zona de confort que tenías antes pasa a ser una zona donde te conformas y sientes que en realidad era hora de salir de ahí. Y tu pensamiento cambia y dice que debería ser obligatorio empezar, cambiar cada cierto tiempo, para dejar de conformarnos con lo que somos y darnos la oportunidad a nosotros mismos de crecer, de conectar, de aprender de otras personas que si no hubiera sido así, no las hubieramos conocido.
¡Qué sorprendente es observar con ojos nuevos y curiosos una nueva ciudad! Me sorprendió la calma de la gente y de los autobuses, la cantidad de extranjeros, el tomate en cualquier plato que pidas, hasta una tapa de fuet viene acompañada de pan con tomate. El tiempo, como concepto y como fenómeno meteorológico. Porque anochece antes, ¡mucho antes! de lo que yo estaba acostumbrada, el sueño me vencía antes y el día, tenía más horas. La humedad, sobre todo la humedad, el calor y el "frío" ahora en invierno.
Vivir sin prejuicios sobre los demás, sin esperar nada y disfrutando cada instante que se proponía por delante. Manresa, Monserrat, Girona, las fiestas de Gracia, los gigantes de la Mercé, las piscinas de Montjuic, el MNAC, concierto oración de TSNC, las ensaimadas y los panellets del Mistral, tardar una hora a la barceloneta, el ovella negra, sutton y su tardet, la corneta del Bruc, los frankfurt por todas partes. El modernismo y Gaudí. El tibidabo. El parck güell. Pedralbes. La Generalitat y el Parlament. Tras los pasos de Ignacio.
Y ahora tras 4 meses ,que lejos de saber a poco dejan el corazón llenito de experiencias, toca volver a empezar de nuevo. Porque no habré nacido en el Mediterráneo, pero puedo decir que 🎶viví en el Mediterráneo🎶.
Eso sí, a miña terra galega que non falte nunca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario